miércoles, junio 14, 2006
Que no me tope con este topo
Dicen que nadie es ajeno a tener placeres escatológicos y, tal como a algunos les gusta el cine gore, las corridas de toros o ver como las macrocifras de felicidades estadísticas matan a la gente; a mí no me es posible despegar las narices del muladar de la política peruana. Así pues, la última jugadita del caro niño Carlitos me ha traído de nuevo al campeonato local moviendo mi silla que miraba hacia Alemania. Y es que ‘duende gordo’ desde que salió de su madriguera se metió a esta terrible cancha del Telmo Carbajo para mostrarnos su fútbol tan plagado de quites, amagues, fintas y cambios de camiseta (por no hablar de desayunos con árbitros y almuerzos con dirigentes de otros equipos).
Algo se podía sospechar por la línea curva (no dije chueca, por si acaso) que se maneja este compadrito que a partir de ahora ya dejó de poner la cara de cojudo de quien no admite su falta en el área. Aceptando que el jueguecito este de la democracia no es sino una suma de egoísmos que dan como resultado el ‘interés de la mayoría’, esto no haría que mi particular egoísmo me impida ver que hay un 47% de egoísmos estafados. Naturalmente que desde mi misma tribuna hay aplausos para el Ekeko, pero son del mismo tipo de los que en 1978 escuchó ‘el loco’ Quiroga en su natal Rosario cuando defendió nuestros colores contra Argentina.
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