lunes, setiembre 11, 2006

El Héroe del 11 de Septiembre

Gracias, Compañero Presidente.




ULTIMO DISCURSO DE SALVADOR ALLENDE
11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 (9:10 a.m)


Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado [comandante de la Armada], más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

4 comentarios:

Fabber dijo...

No encuentro muerte más heroica para ningún mandatario en toda la historia occidental contemporánea.

Mi rechazo a los mezquinos que quieren rebajar este noble gesto. De acuerdo con sus ideas o en contra, Allende fue un gran personaje por encima de todo ello, y acabó su vida como muy pocos saben hacerlo. De pie y sin rendirse.

Percy dijo...

Bienvenido, amigo chileno Luis García. Me honro de ser uno de los primeros (sino el primero acaso) en ver tu perfil de blogger registrado en este mes de setiembre del 2006. Una lástima que no tengas aún un blog o que no dejes verlo para saber qué piensas a profundidad. Bueno, son perspectivas, yo conservo recuerdos del pasado que me hacen grato el presente y tú guardas una tarjetita que te recuerda la austeridad de una época en la que los únicos que comían bistec con papas fritas eran los pobrecitos camioneros huelguistas que tenían bloqueado Santiago. Y sí, estoy de acuerdo, hay cosas que no deberían repetirse en la historia tan importantes como que no le puedas meter al buche todo lo que te de la gana. En fin, desde mi perspectiva fue quizá el único intento que pretendió conciliar libertad y justicia, y que por ello fue una impiedad para los norteamericanos y una herejía para los soviéticos.

Un poco pretencioso es juzgar un suicidio para bien o para mal de buenas a primeras bajo determinado axioma generalizador. Hay suicidios y hay suicidios. Cada uno guarda su propia historia, pero no se puede juzgar la muerte de alguien prescindiendo de toda la vida que se tuvo antes.

De todas maneras, gracias por participar y espero verte por acá más a menudo y a ver si dejas ver también tu espacio bloggístico.

Anónimo dijo...

Actualiza tu blog oe!

Percy dijo...

Ya, un toque.