viernes, junio 23, 2006

CHI CHI CHI NO NO NO


Una de las patologías que padezco (y a la que quizá le deba el no haber “progresado” en esta vida como quería mi mamá) es mi irrenunciable “delirio de consecuencia”. Soy enfermizamente consecuente y no me doy ninguna tregua. Es por eso que me dejó pensando el cómo, a pesar de nunca haber cambiado mi discurso, durante este año electoral fui llamado en distintos momentos “chilenófilo” y “antichileno”.

Todo partió de la vez en que admití que en caso de una segunda vuelta entre el Capitán Carlos y la tía Lulú, me hubiese inclinado por la candidatura del “cachaco bruto” antes que por la “señora decencia”. Tamaña decisión (que felizmente nunca tuve que tomar) se basaba en que la opción de Lourdes Flores no me daba garantías respecto a una política de contención de los capitales chilenos en sectores estratégicos de nuestra economía como el caso de los puertos, puntualmente el del Callao. Aquello, para los fanáticos creyentes del Dios Mercado y de la doctrina del laissez faire, resultaba un completo sacrilegio porque “el capital no tiene nacionalidad ni bandera; el capital es el capital”.

Cuando se dijo que Lourdes Flores era “la candidata de los ricos” (frases hechas y clisés al margen) no se decía algo muy alejado de la realidad y el hecho de que la propia candidata fuese “rica” o no, no negaba lo primero. Ser rico no tiene nada de malo en sí para empezar, pero serlo en el Perú está asociado en el imaginario colectivo con esa clase social que, desde los consignatarios del guano hasta los de Matarani, jamás ha tenido criterios de país precisamente porque “el capital no tiene banderas” y toda esa paporreta que me aburre el oído derecho tanto como al izquierdo lo hicieron todas esas monsergas buenas para meter chongo en una marcha, pero nunca para utilizarse como argumentos. Resulta sintomático que en Chile, cerca de la mitad de su población se manifieste abiertamente y a mucha honra como “de derecha” ¿Aquí quién puede decirlo? ¿No tenemos derecha? ¿Cuál es la vergüenza?

Se supone que soy “antichileno” porque estoy en contra de los inversionistas chilenos, pero mi reproche nunca ha sido contra ellos sino contra los “entreguistas peruanos” con Kuctrynski a la cabeza, y a quien a lo mejor nunca se le pueda acusar de traición a la patria porque por ahí que nadie le pueda probar que sea peruano. Yo para Chile no tengo más que aplausos para sus inteligentes políticas de expansión comercial y económica; para el eficiente manejo de sus empresas estatales como ENAP (petróleo) y Codelco (cobre); y, naturalmente, por su interés de hacer un anillo energético con el Perú por el cuál nosotros les venderemos gas y ellos nos venderán electricidad producida con ese gas. Chile no tiene la culpa de tener a su costado un país que se le ofrece en bandeja de plata, más bien serían tontos de no aprovechar una oportunidad detectada por sus olfatos de negocio.

Los peruanos citadinos somos unos tipos bastante especiales que hacemos convivir dentro de nosotros los patrones de la fe del libre mercado, aprendidos en los diferentes templos de la sensatez académica, con aquellos otros aprendidos en la escuela primaria que nos repiten que los chilenos son malos y que tienen que devolver Arica, Tarapacá y el Huáscar. Estas enseñanzas combinadas se traducen en que el mismo tipo que hace sus compras en Ripley y Saga Falabella y viaja en LAN, se llene la boca de patrioterismos de lo más estúpidos como la defensa del pisco o del suspiro a la limeña, o se organice con otros energúmenos para, luego de llenar la caña en Primax, ir al aeropuerto o al hotel a tirarle piedras al equipo de fútbol de Chile cada vez que éste viene a jugar contra los nuestros. Naturalmente que algo tiene que cambiar en nuestro sistema educativo para enseñarnos la importancia de mantener nuestra soberanía nacional sin sazonarla con resentimientos históricos ni trayendo a discutir temas tan irrelevantes que sólo sirven para dejar políticamente bien a funcionarios de gobierno que quieren dar muestras de amor por el país a través de la defensa de nuestros postres y de nuestros licores.

Yo viajé a Chile (específicamente a la “tierra cautiva” de Arica) y mi experiencia con el chileno de a pie fue genial. Me parecieron gente muy respetuosa y educada en sus calles, y graciosamente malcriadas dentro de sus casas. Puede decirse que con esa visita me enamoré de Chile, de su cultura y de su historia. Guardo por ello en mi PC más música chilena que peruana y tengo varios discursos de Allende. He de decir a viva voz entonces (aunque me linchen como la vez del partido contra Italia en el mundial de Francia) CHI CHI CHI

miércoles, junio 21, 2006

Un par de avisos


Estimados amigos:

Quisiera invitarlos a las actividades que realizará el Viziódromo este día domingo. Habrá un campeonato de Winning Eleven 10 y estaré presente por si a alguno de los lectores de este descuidado blog les interese tenerme en frente para sacarme la mierda o para darme palmaditas de felicitación. A propósito de esto último y por recomendación del usuario Kinua y pedido de mi cápsula Roberto, he habilitado la opción para que en La Piedra y el Rocón pueda tener una participación más universal y no sólo para usuarios de blogger. Nunca fue mi intención cerrarle la participación a nadie sino que así salió esta nota porque todavía soy muy bruto para manejar estas cojudeces.

Un saludo y prometo venir con un artículo que sin perder el chongo, trascienda el chongo mismo. Mientras tanto pueden leer mis colaboraciones para el blog del Mundial 2006 de Agencia Perú.

¡Fuerza Latinoamérica!
¡Salud por los que cayeron y salud por los que siguen en carrera!

miércoles, junio 14, 2006

Que no me tope con este topo


Dicen que nadie es ajeno a tener placeres escatológicos y, tal como a algunos les gusta el cine gore, las corridas de toros o ver como las macrocifras de felicidades estadísticas matan a la gente; a mí no me es posible despegar las narices del muladar de la política peruana. Así pues, la última jugadita del caro niño Carlitos me ha traído de nuevo al campeonato local moviendo mi silla que miraba hacia Alemania. Y es que ‘duende gordo’ desde que salió de su madriguera se metió a esta terrible cancha del Telmo Carbajo para mostrarnos su fútbol tan plagado de quites, amagues, fintas y cambios de camiseta (por no hablar de desayunos con árbitros y almuerzos con dirigentes de otros equipos).

Algo se podía sospechar por la línea curva (no dije chueca, por si acaso) que se maneja este compadrito que a partir de ahora ya dejó de poner la cara de cojudo de quien no admite su falta en el área. Aceptando que el jueguecito este de la democracia no es sino una suma de egoísmos que dan como resultado el ‘interés de la mayoría’, esto no haría que mi particular egoísmo me impida ver que hay un 47% de egoísmos estafados. Naturalmente que desde mi misma tribuna hay aplausos para el Ekeko, pero son del mismo tipo de los que en 1978 escuchó ‘el loco’ Quiroga en su natal Rosario cuando defendió nuestros colores contra Argentina.

viernes, junio 09, 2006

El Abrazo del Alma


Estimados amigos: ya alucino que por el trabajo y por el mundial de Alemania es muy probable que deje un poco descuidado este espacio. Me daré unas vacaciones del chongo político y escribiré sobre la copa ¿Marx dijo que la religión era el opio del pueblo? Bueno, lo cierto es que, para mí que he estado alejado del tema del fútbol por el simple placer de hacerme ascos con la política, un mundial es siempre un buen motivo para reencontrame con Dios en su templo (aunque conformándome por razones de presupuesto con ver las 64 misas por tele). Me despido momentáneamente con esta bella imagen de Argentina 78. No hay palabras para describirla.

martes, junio 06, 2006

¿Triunfó la democracia?


Si yo me creyese aquel bonito cuento que dice que en el Perú la democracia triunfa cada cinco años porque el pueblo acude masivamente a las urnas dando un ejemplo de conducta cívica al cumplir con su obligación de ejercer su derecho a ser libre de elegir, obviamente que mi persona sería la candidata número uno para integrar ese “electarado” que tanto mencionan Aldito y su abuelito en su periodiquito. La verdad es que, aun siendo parte de ese “electarado”, por un mínimo de consecuencia este proceso no tendría por qué haberme significado una excepción al cuento de siempre y por más tarado que fuese no me hubiera comido aquel otro cuento de que todos los valores aprendidos en mi librito de Educación Cívica esta vez no estaban encarnados en el proceso en sí, sino en una de las candidaturas. A mi juicio (y ya saliéndome del “electarado”), si estas elecciones en su segunda vuelta tenían un carácter plebiscitario, para mí el asunto no iba en el sentido de Democracia vs. Dictadura (visión de muchos quienes en su momento vivían felices en la época de Fujimori) sino en el de Orden vs. Desorden.

Siendo indulgentes con que este proceso –a pesar de su metodología coercitiva de obligar a votar so pena de una multa– representa el punto álgido de nuestra vida democrática, resulta sensato entender que (por distintas razones) los que optamos por García (no digo el Orden porque es mi visión particular) estemos respirando tranquilos. Sin embargo, para quienes dicen que les preocupa el tema del autoritarismo (ojalá que no sólo en su versión Humala) este es el peor momento para cantar victoria. Si el porcentaje de votos nulos y blancos se redujo con respecto a la primera vuelta de un 17 a un 9% ¿Cómo hizo Humala para subir en el global de 26 a 44% (de 30 a 47% en los llamados votos válidos)? ¿Cuál ha sido el criterio de ese electorado que en primera vuelta se mostró apático y en segunda optó por el candidato “antidemocrático”? ¿Quiénes son los santos a quienes por poco les debemos que su milagro se vuelva contra nosotros?

En noviembre se vienen las elecciones municipales y las regionales, espero que estos “santos” de la objetividad e imparcialidad se guarden de darnos cátedra de su oficio. Por lo pronto, Aldito, anda preparando tus maletas para irte de vacaciones y llévate a tu abuelito también. No regresen hasta Navidad porque un par de semanas más a punta de portadas con gorilas representando al zambo de Chávez y de editoriales hablando de “electarados”, “soberasnos” e “indios brutos” y a lo mejor ninguno de tus amiguitos te endosaba el crédito de la derrota de Humala.

viernes, junio 02, 2006

Libertad de (em) Prensa


A menos de 48 horas de conocer el resultado final que nos dirá a quién tendremos que soportar los próximos cinco años en Palacio de Gobierno, no voy a negar que prefiero mil veces las patadas a las balas. No obstante, al decir “balas”, sé que estoy cayendo en esa inconsciente exageración generalizada de convertir al candidato nacionalista en un monstruo distinto del que en realidad es. Para ser justos, la clase dirigente (?) de este país esta vez a través de los medios de comunicación masiva nos ha querido contar el cuento de Caperucita y, ante la ausencia de un lobo, se han traído a la bruja del cuento de Hansel y Gretel (que no es nuestro cuento sino el de ellos) para que, ante nuestros ojos, interprete ese papel.

Mis temores para con Humala no pasan porque vaya a expropiar ni estatizar nada (porque a final de cuentas “nada” es lo que tengo), ni porque pase por las armas a todos aquellos que no cumplan un determinado patrón de conducta sexual (porque queriéndolo o no, tengo las hormonas correctas y están en su sitio). Si tuviese la ligereza de creer concientemente que Ollanta Humala va a fusilar a los gays porque así lo dijo su anciana pero arrebatada mamita; entonces sería lógico suponer que mis capacidades mentales dan como para creer también que (basándome en lo que dijo su arrebatado pero anciano papito) si Lourdes Flores salía electa, para entrar a Miraflores, San Borja o La Molina, se tendría que sacar visa.

La gran preocupación que guardo por un eventual gobierno de Ollanta Humala trasciende a que cumpla o no lo que ha prometido en campaña. Eso sería irrelevante y (en este particular caso aliviante) considerando que no sólo nadie cumple lo que promete sino que hace exactamente todo lo contrario: millón de empleos y tres millones de desempleados, intangibilidad de los ahorros en dólares y su posterior congelamiento, no shock y shock, IGV a 17 e IGV a 19 (por citar los casos emblemáticos de los últimos gobiernos). El problema que veo tanto en Humala como en su entorno es que no percibo un mínimo de capacidades que permitan pensar que el país tendrá un rumbo definido por la correcta interpretación de los problemas nacionales y no tanto por el sentido de la oportunidad particular dentro de este sancochado con tallarines, huevo frito y cebiche de conchas negras que es UPP.

A mitad de campaña Humala sufrió un bajón luego de que la prensa dejara en evidencia los problemas internos que tenía su (des) organización política. Sin embargo, al igual que con Fujimori en 1990, la prensa privilegió su predisposición inmediata de convertir en mercancía cualquier tipo de información y así fue como terminó lanzando contra Humala lo que sea, sean estas verdades, mentiras o simples exageraciones convertidas en asuntos de interés nacional. Recuerdo que a Fujimori se le acusó de evasión tributaria, protestantismo, acoso sexual y hasta que durante su gestión como rector en la UNAG las vacas rindieron menos leche; pero, al final, ni el Señor de los Milagros pudo salvar a Vargas Llosa y aquella vez me quedó como conclusión que, en el Perú, la gente será ignorante, pero no cojuda.

He de reconocer que si alguien pudo más o menos cojudear bien a la gente, ese fue Fujimori al armar un cuasi perfecto aparato de comunicaciones a su servicio, cuyo objetivo principal, más que pretender engañar a la gente, era hacer que ésta se preocupe por cojudeces. La gente detrás de los medios de comunicación “libres”, hace rato que deberían de entender que estarán en la capacidad de ocultar, trastocar o maquillar la realidad a la gente, pero que nunca la van a engañar. Fujimori, por eso fue lo bastante hábil como para darse cuenta que no se puede influir demasiado en lo que debe pensar la gente sobre algo, pero sí en ese “algo” en lo que la gente debe de pensar.

Desde aquí, abiertamente ya he dicho que prefiero las patadas a las balas (votaré por García, si no les quedó claro), pero si Humala fuese elegido Presidente no será culpa del “electarado” o el “soberasno” (como se suele decir por allí) porque a final de cuentas éste es obligado a votar. El papel de la prensa en el Perú durante las campañas electorales deja clarito que su amor mata y su odio revive a Lázaro. Espero que sus hechizos boomerang no consigan ni siquiera salir de sus manos, pero si el artefacto al final termina pegando feo, que asuman sus responsabilidades (que podrán hacerlo porque nadie les va a quitar ni sus canales ni sus diarios, aunque de todas maneras el país se vaya a la mierda con estos improvisados).