viernes, junio 02, 2006

Libertad de (em) Prensa


A menos de 48 horas de conocer el resultado final que nos dirá a quién tendremos que soportar los próximos cinco años en Palacio de Gobierno, no voy a negar que prefiero mil veces las patadas a las balas. No obstante, al decir “balas”, sé que estoy cayendo en esa inconsciente exageración generalizada de convertir al candidato nacionalista en un monstruo distinto del que en realidad es. Para ser justos, la clase dirigente (?) de este país esta vez a través de los medios de comunicación masiva nos ha querido contar el cuento de Caperucita y, ante la ausencia de un lobo, se han traído a la bruja del cuento de Hansel y Gretel (que no es nuestro cuento sino el de ellos) para que, ante nuestros ojos, interprete ese papel.

Mis temores para con Humala no pasan porque vaya a expropiar ni estatizar nada (porque a final de cuentas “nada” es lo que tengo), ni porque pase por las armas a todos aquellos que no cumplan un determinado patrón de conducta sexual (porque queriéndolo o no, tengo las hormonas correctas y están en su sitio). Si tuviese la ligereza de creer concientemente que Ollanta Humala va a fusilar a los gays porque así lo dijo su anciana pero arrebatada mamita; entonces sería lógico suponer que mis capacidades mentales dan como para creer también que (basándome en lo que dijo su arrebatado pero anciano papito) si Lourdes Flores salía electa, para entrar a Miraflores, San Borja o La Molina, se tendría que sacar visa.

La gran preocupación que guardo por un eventual gobierno de Ollanta Humala trasciende a que cumpla o no lo que ha prometido en campaña. Eso sería irrelevante y (en este particular caso aliviante) considerando que no sólo nadie cumple lo que promete sino que hace exactamente todo lo contrario: millón de empleos y tres millones de desempleados, intangibilidad de los ahorros en dólares y su posterior congelamiento, no shock y shock, IGV a 17 e IGV a 19 (por citar los casos emblemáticos de los últimos gobiernos). El problema que veo tanto en Humala como en su entorno es que no percibo un mínimo de capacidades que permitan pensar que el país tendrá un rumbo definido por la correcta interpretación de los problemas nacionales y no tanto por el sentido de la oportunidad particular dentro de este sancochado con tallarines, huevo frito y cebiche de conchas negras que es UPP.

A mitad de campaña Humala sufrió un bajón luego de que la prensa dejara en evidencia los problemas internos que tenía su (des) organización política. Sin embargo, al igual que con Fujimori en 1990, la prensa privilegió su predisposición inmediata de convertir en mercancía cualquier tipo de información y así fue como terminó lanzando contra Humala lo que sea, sean estas verdades, mentiras o simples exageraciones convertidas en asuntos de interés nacional. Recuerdo que a Fujimori se le acusó de evasión tributaria, protestantismo, acoso sexual y hasta que durante su gestión como rector en la UNAG las vacas rindieron menos leche; pero, al final, ni el Señor de los Milagros pudo salvar a Vargas Llosa y aquella vez me quedó como conclusión que, en el Perú, la gente será ignorante, pero no cojuda.

He de reconocer que si alguien pudo más o menos cojudear bien a la gente, ese fue Fujimori al armar un cuasi perfecto aparato de comunicaciones a su servicio, cuyo objetivo principal, más que pretender engañar a la gente, era hacer que ésta se preocupe por cojudeces. La gente detrás de los medios de comunicación “libres”, hace rato que deberían de entender que estarán en la capacidad de ocultar, trastocar o maquillar la realidad a la gente, pero que nunca la van a engañar. Fujimori, por eso fue lo bastante hábil como para darse cuenta que no se puede influir demasiado en lo que debe pensar la gente sobre algo, pero sí en ese “algo” en lo que la gente debe de pensar.

Desde aquí, abiertamente ya he dicho que prefiero las patadas a las balas (votaré por García, si no les quedó claro), pero si Humala fuese elegido Presidente no será culpa del “electarado” o el “soberasno” (como se suele decir por allí) porque a final de cuentas éste es obligado a votar. El papel de la prensa en el Perú durante las campañas electorales deja clarito que su amor mata y su odio revive a Lázaro. Espero que sus hechizos boomerang no consigan ni siquiera salir de sus manos, pero si el artefacto al final termina pegando feo, que asuman sus responsabilidades (que podrán hacerlo porque nadie les va a quitar ni sus canales ni sus diarios, aunque de todas maneras el país se vaya a la mierda con estos improvisados).

6 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

el pais esta de mal en peor

Percy dijo...

Cito:

"...He de reconocer que si alguien pudo más o menos cojudear bien a la gente, ese fue Fujimori al armar un cuasi perfecto aparato de comunicaciones a su servicio, cuyo objetivo principal, más que pretender engañar a la gente, era hacer que ésta se preocupe por cojudeces..."

Me faltó agregar aquí que, bajo esta nueva óptica de lo que era relevante en los medios durante el fujimorato, era lógico que el tema de los Derechos Humanos fuese una cojudez y que el de la corona perdida de Rosa Elvira Cartagena cobrase una importancia nacional.

Respecto a que "el pais esta de mal en peor", es una manera de ver las cosas. Podría estar de acuerdo, pero el asunto es que el Perú nunca fue un país sino varios. Casi una tercera parte del país votó en primera vuelta por Humala y de todos mis conocidos, con las justas conozco a dos que se inclinaron por esa candidatura. En alguna medida, me siento algo corto a veces de analizar algo que yo no conozco, precisamente porque a priori inconcientemente ya estoy considerando como un "algo" objeto de estudio a personas que la única diferencia que guardan conmigo es su respectiva cosmovisión de las cosas.

Jimmy Carrillo dijo...

Es curioso, porque para los humalistas fue la prensa el principal artífice de la derrota del Cachaco...

Percy dijo...

De ser así, también es curioso que le creas a los humalistas. La gran pregunta es ¿de dónde sumó 17 puntos Humala? Una semana más a punta de editoriales de Aldito Mariategui y las columnas de su abuelito (por citar a una parte del espectro periodístico) y a lo mejor no la contábamos. Hay apoyos que matan, el de Chávez mató a Humala y el de la prensa así lo hizo con Lourdes y por poco lo hace con García.

Anónimo dijo...
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