lunes, mayo 22, 2006

La olla y la sartén empatan en aburrido partido


En verdad que me podía esperar cualquier cosa menos tener que luchar durante noventa minutos por no quedarme jato. Fue una jornada desilusionante para quienes somos admiradores del juego de García hasta el extremo de perdonarle que de cuando en cuando mete goles con la mano y hasta con las uñas. Humala, dada su condición de segundo en la tabla, tenía que salir con todo a buscar el resultado, pero lo hizo apelando a armas tan previsibles que por un momento tuve la impresión de estar viendo por la tele la repetición del partido entre el Gálvez y el Sport Ancash.

El inicio de las acciones se vio afectado con un retrazo de veinte minutos debido a que Humala, al no encontrar agua mineral en los camarines, salió a buscarla a una bodega cercana. Las buenas lenguas dicen que tuvo el bonito gesto de pagar por adelantado antes de recibir el producto. Otras versiones cuentan que su entrenadora Nadine Heredia (la popular Arenita) lo esperó casi al pie de la cancha con un cafecito bien cargado, pero no precisamente para acompañar los sanguches que el Comandante se había traído de Queirolo.

Una vez comenzado el compromiso, a los tres minutos el juez Álvarez Rodrich señaló una falta de Humala por la que el juego se detuvo un momento. El Comandante se negaba a retirar del podio la bandera que había colocado; “retírela usted porque yo no la retiro”, terminó diciendo el candidato. Este detalle, patanerías al margen, despertó el hambre de pop corn en quienes espectábamos el acontecimiento en plan circo romano; pero a lo largo del encuentro, los iniciales ímpetus de un Humala que ingresaba al campo sin corbata y con la pierna en alto, se fueron diluyendo en ataques que más parecían telegramas leídos en voz alta pero no muy convencida.

Basándonos en el mero resultadismo, el desempeño de García cumplió con neutralizar los embates de un Humala que, jugando de local, estaba obligado a definir el ritmo de las acciones. La jugada memorable de la noche procedió de un contragolpe de García luego de que Humala insistiera con que “yo no voy a darle la libertad a Montesinos ¿y usted?”; el ex mandatario se encargó de recordarle al nacionalista que no es competencia del Presidente de la República darle la libertad a alguien o no, sino que es una tarea del Poder Judicial. “Lo otro es militarismo”, agregó punzante el candidato del APRA.

Montesinos no fue el único apestado de la noche. Toledo sufrió igualmente los ascos de ambos contrincantes, aunque más reiterados eran los deslindes de García respecto a algunos vicios de gestión que el saliente gobernante parece haber institucionalizado. Que yo recuerde, mientras García da cuenta en varias ocasiones de los frívolos despilfarros de Toledo, Humala sólo se refiere a éste en el tema de que la regionalización impulsada por él, no era la adecuada.

Quizá lo mejor del partido estuvo en el minuto extra en el cual –luego de que Humala leyera gritando que va a renunciar al sueldo de Presidente y que va a abolir la Constitución de 1993– García aprovecha para marcar contrastes lanzando bendiciones a todo el mundo y, si le dan más tiempo, por poco nos manda una homilía. Fuera de esto, la verdadera fiesta, el verdadero chongo, estuvo en las tribunas con Daniel Abugattas dirigiendo a la barra brava humalista para romper el cordón policial y alguno que otro micrófono de reporteros ladillas. Sin embargo, lo más gratificante para mí fue ver en una de las casetas de transmisión al chato Hildebrandt a quien –a pesar de la patinada que tuvo al no recordar que el Ministerio de la Presidencia fue desactivado al año de gestión de Toledo– siempre se le extraña como a Pocho Rospigliosi, un maestro sin digno sucesor hasta el momento.

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